Recuerdo que desde bien pequeña, ya podía escribir historias fantásticas que salían de mi imaginación y, además, me encantaba dibujar y todo lo que tuviese que ver con el mundo artístico. Mi etapa adolescente fue bastante difícil, cuando llegué a 2º de la ESO empecé a repetir curso y en 4º me mandaron a diversificación. Al terminar por fin mis estudios obligatorios, de las diversas opciones que podía elegir yo quería hacer Bachillerato de Artes, porque sabía que aunque la secundaría hubiera sido un poco desastre, si estudiaba lo que me gustaba seguramente aprobaría sin problemas. Pero nada más lejos de la realidad… Mi jefa de estudios les dijo a mis padres (muy del pensamiento de que el arte solo era un hobby y con eso no se podía vivir), que nada de bachillerato, que estudiara un módulo medio de auxiliar de enfermería porque no iba a conseguir nada más en la vida. Y mis padres se lo creyeron y yo me lo creí, por supuesto, así que estudié el módulo de auxiliar y me puse a trabajar en ello, olvidándome de que yo lo que quería de verdad era ser artista.
Durante mis años como profesional de sanidad no lo pasé bien, no me gustaba mucho la profesión, no encontré mi lugar en ninguno de los sitios en los que estuve trabajando y me creaba mucha ansiedad pensar que tenía que ir a trabajar. Como consecuencia no paraba de comprar, me gastaba mi sueldo en todo tipo de ropa, complementos y cosas que no necesitaba, por ejemplo, llegué a tener el armario lleno de camisetas con las etiquetas puestas, porque ni siquiera me las ponía, yo compraba porque tenía un vacío dentro que no podía llenar con nada. Evidentemente gastar dinero tampoco me llenaba, pero no era consciente de lo que me pasaba. Recuerdo que cuando alguien me preguntaba si estudiaba o trabajaba, siempre decía lo mismo: - trabajo de auxiliar pero mi sueño sería hacer la carrera de Bellas Artes.
Con 24 años, en 2011, acudí a unas jornadas culturales en Piornal (Cáceres) y vi por primera vez un recital de poesía que no se parecía a nada de lo que conocía hasta ese momento. Conocí que se podía hacer arte crítico, reivindicativo y además retóricamente magistral. Tuve la suerte de poder conocer y compartir tiempo con uno de esos poetas que me habían dejado con la boca abierta, Antonio Díez. Cuando se bajó del escenario le dije: - yo quiero hacer eso que tu haces. Y me contestó: - pues ponte a escribir ya. Y eso hice, compuse mis primeras rimas y Antonio me empezó a llevar a sus recitales por todo Madrid. Él era el artista invitado, y yo hacía los micros abiertos que había en ellos, con mis tres poemas. Ese mismo año me llamaron para mi primer recital como artista invitada. Ahí empezó, de verdad, mi carrera profesional.
Al año siguiente, al darme cuenta de que sí servía para esto y además, se me daba muy bien, empecé a pensar si era verdad que yo no me podía sacar nada más en la vida que un módulo medio como nos había dicho. Al saber que había una opción de acceso a la Universidad para mayores de 25 años, me planté delante de mis padres y les dije que dejaba de ser auxiliar de enfermería, no era feliz y que lo que yo quería era estudiar la carrera de Bellas Artes. A mi madre le encantó la idea de que evolucionara en mis estudios y su apoyo fue incondicional, al contrario, mi padre me dijo que no me lo iba a sacar y ese fue el mayor impulso que pudo darme para no solo sacar mi nota de acceso Universidad, sino, a sacar sobresaliente en todo. Aunque, me duela reconocerlo, cerré muchas bocas, también, la de la jefa de estudios que me hizo perder 8 años de mi vida en otra profesión que no era la mía.
Diez años después, me estoy doctorando en Bellas Artes, tengo dos másteres y una carrera profesional que yo he querido desde niña, ser artista. Aunque, la realidad es que el camino del artista es muchísimo más complicado que el de auxiliar, sin ninguna duda, el vacío que sentía antes y tapaba con el consumismo exacerbado, no lo siento ni lo tengo desde que hago lo que quiero y para lo que he nacido.
Es una de las razones por las que nace este nuevo espacio, para crear una comunidad en torno al arte, la cultura, el pensamiento crítico y la risa, herramienta revolucionaria donde las haya, por cierto. Para que hablemos y nos acompañemos en este camino de luces y sombras, un refugio en el que poder comunicar nuestros logros y nuestros ‘’fracasos’’. Y pongo fracasos entre comillas, porque nos olvidamos de que nuestras condiciones materiales y de existencia, tienen mucho que ver con que, a veces, haya proyectos que no salgan adelante y no por baja calidad, si no por cuestiones que se escapan a nuestro control, pero este tema lo dejo para hablarlo mucho más en profundidad en otra entrada.
Y tú, ¿eres artista? ¿Desde cuándo sabes que lo eres?

Comments